La Espada de Peleo. Capítulo 4: Un sueño fantasmal
A continuación está el cuarto capítulo de nuestra historia interactiva: La Espada de Peleo. La historia ha sido escrita e ideada por Hija de Eos, las portadas editadas por Hija de Hécate, y todo supervisado por Cazadora de Artemisa.
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Lia despertó en un lugar oscuro. Lo único que podía escuchar era su respiración agitada y el eco que resonaba. No veía nada, pero se levantó y comenzó a caminar con cuidado por la estancia buscando una salida. Se chocó varias veces con paredes de piedra hasta que encontró un objeto que se encontraba clavado en el suelo, una espada que iluminaba gran parte de la cueva en la parecía encontrarse. Se acercó a la espada y, en cuanto aproximó su mano a la empuñadura de esta, algo la empujó hacia atrás.
−Lia Winslet −Dijo una voz
masculina que resonó por toda la cueva−. Tú debes de ser la que venga a
buscarla.
−¿Quién eres? −Gritó ella,
asustada.
−Hijo de Éaco y de Endeide,
nieto de Zeus y padre Aquiles.
Detrás de ella algo
relució. Se dio la vuelta y su mirada se encontró con la de un hombre, o al
menos con lo que quedaba de él. Tenía la apariencia de un cadáver de hace miles
de años. Gran parte de él era un esqueleto, pero aún con las partes que no lo
eran, no lograba encontrar nada identificativo en él. Además del brillo que
desprendía no era del todo opaco, como si fuese un fantasma.
−Siguiendo a Céfiro junto
al río, el escondite encontrarás y con la espada antes que los enemigos deberás
dar para el futuro de los semidioses prosperar.
−No lo entiendo, ¿quién eres?
¿Por qué tengo que…?
−¡LIA, DESPIERTA! -
interrumpió el hombre con la voz de Max.
Lia se irguió tan rápido
que casi chocó su cabeza contra la de Max.
−Eh, tranquila, no pasa
nada. Os habéis estrellado, pero no parece que haya nadie gravemente herido.
Lia miró a su alrededor. El carro de Hermes había chocado contra el de Ares y ambos se habían salido del camino. Su compañero se encontraba junto a otros campistas, retirando los restos de los carros del bosque. Vania, la chica de Ares, se encontraba discutiendo con su compañero.
Lia decidió ignorarles, seguía
desorientada por lo que acababa de suceder en la cueva. Solía tener sueños
bastante realistas, pero el que acababa de tener los superaba a todos.
−Max, yo… he tenido un
sueño muy raro.
Lia comenzó a relatarle el
sueño a su amiga mientras ella escuchaba atentamente. Cuando terminó, Max
parecía bastante preocupada.
−¿Una profecía? Imposible.
Es tu primer día aquí y que la haya recitado un fantasma en tu sueño… es
bastante extraño. Creo que deberíamos decírselo a Quirón.
Max ayudó a Lia a
levantarse y se dirigieron hacia Quirón, que ahora ya no estaba sentado
en su silla, sino que ahora tenía… ¿patas? Prefirió no hacer preguntas al
respecto, suficientes cosas raras por un día. Quizás eran los efectos
del accidente que acababa de tener. Quirón estaba intentando separar a los
chicos de Ares que al parecer habían terminado por el suelo tirándose de los
pelos, de manera literal.
−¡RETÍRALO! −Gritaba Vania.
−¿Te molesta que te tiren
del pelo? Pero si con los tres pelos que tienes no debes de sentir nada.
−¡Ya basta! −Insistía
Quirón−. Oh, Max. Me alegro de que estéis bien. −Sonrió en cuanto las
vio acercarse.
- Si, bueno, respecto a
estar bien... Lia ha tenido un sueño algo extraño.
Lia volvió a relatar su
sueño mientras que la sonrisa de Quirón se iba borrando.
−¿Qué significa? ¿Es una
profecía? −Preguntó Max.
−Aún no podemos asegurar
nada, debería de ir a hablar con el oráculo de Delfos para confirmarlo. En el
caso de que sea cierto, me temo que Lia tendrá la obligación de participar en
la misión. Será mejor que vosotras dos vayáis a buscar un arma para no perder
tiempo. En cuanto acabéis, dirigiros a la Casa Grande. −Ordenó Quirón antes de
irse hacia allí.
−¿Misión? No entiendo nada.
¿Puedes explicarme qué está pasando? Porque no pienso ir en busca de la espada
de aquel cadáver fantasmal. No. Me niego. −Anunció Lia alterada.
¿Dioses? ¿carreras de carros? Podía soportarlo. ¿Quirón era mitad burro? Vale,
perfecto. Pero ir a misiones suicidas… no era lo suyo.
−Eh, no pasa nada. Quizás
sea solo un malentendido −Trató de tranquilizarla Max.
−¿Y si no lo es? No quiero
hacerlo. ¿Por qué yo?
−En caso de que sea cierto,
no tiene por qué acabar mal. ¿Has oído hablar de Percy Jackson? El chico
también tuvo que realizar una misión junto a una chica llamada Annabeth Chase y
el sátiro Grover Underwood poco después de llegar al campamento y volvieron
todos sanos y salvos, tenían 12 años en ese momento. Hay muchos más
campistas que tuvieron que realizar misiones muy pronto. −Max agarró su mano y
miró a Lia a los ojos−. No te pasará nada, confía en mí. Te acompañaré a la
misión si hace falta.
−¿En serio? −Preguntó Lia,
conteniendo las lágrimas.
−En serio. Y ahora vamos a
por esa arma.
Se dirigieron a la forja.
Se encontraba a un costado del arroyo con unas grandes ruedas hidráulicas
giratorias. Cuando entraron, varios campistas estaban trabajando en mesas
repletas de planos, armas y herramientas. Estuvieron hablando sobre qué arma
podría manejar Lia cómodamente. Probó con todo tipo de armas: espadas, lanzas,
cuchillos, dagas, katanas…
−Seguro que encuentras algo
−La animó Max−. Todavía quedan muchas armas por probar.
−Sí, pero aun así…
−Puedes probar con mi arco
si quieres. −Propuso mientras le ponía su arco en las manos. Lia lo
aceptó y apuntó a una diana que se encontraba a bastante distancia. Max ayudó a
Lia a colocarse correctamente y finalmente lanzó. La flecha salió disparada, al
igual que ellas para ver el resultado. Cuando lo vio no pudo creer que tuviese
tal puntería.
−¡Has dado casi en el
clavo! Y a tanta distancia… increíble. −La apremió Max.
−¿Quién sabe? Igual hasta
somos hermanas −Bromeó Lia.
−Quizás… −Dijo Max, aunque
esta no parecía muy emocionada por ello−. Bueno, pues vamos a buscarte un arco.
Puede…
−¡Max!
−¿Nick? ¿Qué pasa? −Preguntó
la nombrada al ver que el chico se acercaba corriendo.
-−Me envía Quirón, dice que
quiere veros. ¿Se puede saber en qué lío andas ya metida? -Preguntó Nick con
cierto tono enfadado, aunque en el fondo parecía bastante preocupado.
−No pasa nada, quizás todo
sea una falsa alarma. −Apuntó Lia.
−¿En serio? Porque Quirón
me ha dicho que es muy urgente y no tenía cara de falsas alarmas −Nick se giró
hacia Max−. Te conozco lo suficiente como para saber que algo te preocupa.
Sabes que puedes contármelo, somos amigos.
−En caso de que no sea una
falsa alarma, Lia tendrá que ir a una misión, pero no pasa nada, yo iré con
ella. −Aseguró Max mientras le dedicaba una sonrisa.
−¿Misión? Pero… ah… bueno,
vale. Me apunto. −Dijo Nick sonriendo. No es que a Lia le cayese mal ese chico,
pero ¿acompañarlas en una misión? Apenas se conocían…
−¿Por qué te quieres
apuntar? Literalmente será una misión suicida. −Advirtió Lia.
−Me van las misiones suicidas.
Además, necesitareis a otro miembro. ¿Quién mejor que uno de los mejores
guerreros del campamento?
−Eso no te lo niego. Bien,
si Lia está de acuerdo por mí puedes venir.
Ambos miraron a Lia,
esperando una respuesta.
−¿Por qué no? Cuantos más
mejor.
−Bien, ¿qué tal si seguimos
hablando más tarde? Quirón nos espera. −Dijo Max.
−Bien, avisadme cuando
sepáis algo.
Nick se marchó en la
dirección contraria a ellas.
−¿Cómo es que ha dejado de
ser borde? −Quiso saber Lia.
−Oh, no te preocupes. Solo
se puso así para que le dejásemos venir, no le gusta estar en el campamento. Vamos.
Max le sonrió a Lia y se
dio media vuelta para dirigirse a la casa grande. No le gustaba que hiciera
eso, se sentía extraña. Como si millones de mariposas revolotearan en su
estómago.
Después de una larga charla
con los capitanes de las cabañas, Quirón y Rachel Elizabeth Dare, una chica
alta y delgada, con el cabello pelirrojo rizado y ojos verdes. El oráculo de
Delfos. Llegaron a la conclusión de que cuanto antes se pusieran en marcha,
antes recuperarían la espada.
−El padre de Aquiles fue
Peleo, ¿verdad? -−Dijo Rachel Dare−. Si no me equivoco, Peleo tenía una espada
muy poderosa.
−Sí, y Céfiro es el dios
del Oeste. −Añadió Lou Ellen, una chica con el cabello negro y los ojos de
color verde, capitana de la cabaña de Hécate.
−¿Pero qué quiere decir con
“El futuro de los semidioses prosperar”? ¿Es que vamos a morir todos o
qué? −Preguntó Clovis, capitán de la cabaña de Hipnos.
−¿Otra guerra? −Esta vez
fue Sherman Yang, capitán de la cabaña de Ares.
−Aún no lo tenemos claro,
pero lo que sí sabemos es que alguien más busca la espada −Aclaró Quirón−.
Lo más prudente es que la misión dé comienzo mañana por la mañana. Lia, ¿ya
sabes a qué compañeros elegirás?
Antes de que Lia pudiera
contestar, Max se adelantó.
-Iremos Nick y yo. Ya está decidido.
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