La Espada de Peleo. Capítulo 1: Semidiosa por la cara
A continuación está el primer capítulo de nuestra historia interactiva: La Espada de Peleo. La historia ha sido escrita e ideada por Hija de Eos, las portadas editadas por Hija de Hécate, y todo supervisado por Cazadora de Artemisa.
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Los días de Lia solían ser raros, pero este lo fue especialmente.
Eran las nueve de la mañana cuando se dirigió al instituto. Estaba exhausta de tanto correr, pues su despertador había sonado una hora más tarde de lo habitual. Volvía a llegar tarde, como siempre. Lo único que le rondaba la mente eran los múltiples castigos que le pondría su profesora de química, la Sra. Carrow. Estaba segura de que su profesora le aborrecería.
Estaba a punto de llegar cuando alguien le agarró del brazo y le arrastró hacia la callejuela oscura y apartada del resto de personas que caminaban igual de acelerada que ella. Intentó apartarse de lo que tal vez fuera un atraco. Buf, justo lo que le faltaba. Intentó gritar, pero el desconocido le tapó la boca con la mano. Era un chico mayor que ella, tal vez de último o ya en la universidad. Tenía una perilla marrón abundante y pecas por las mejillas. Llevaba una gorra de Los Ángeles Dodgers que estaba abultada y unos tejanos muy anchos, algo raro, pues hacía bastante calor ese día.
─Tranquila chica, créeme, no te conviene llamar la atención. ─Dijo, riendo.
Lia le apartó la mano rápidamente. Estaba asustada, había mucho loco por las calles y Los Ángeles no es que fuera una excepción.
─¡¿Quién eres?! ¡¿Qué quieres?! ─Exclamó, con un tono más alto de lo normal. No quería meter la pata, aquel hombre parecía bastante peligroso y ella quería mantener todos sus órganos en su sitio.
─¿Que quién soy? ¡Soy tu protector, colega! Ya sabes, tu sátiro. Espera, ¿aún no lo sabes? ─Preguntó. Lia no contestó, pero su expresión fue suficiente respuesta─. Uhm, esto va a ser más difícil de lo que creía. A ver cómo te lo explico… ¿Tú tienes padres?
─Eh… Sí.
─¿En serio? ¿Dos?
─Sí. ─Contestó Lia, extrañada.
─Ah… ─Se acarició la perilla, como si esa respuesta le dejara del todo descolocado. Pero no tardó mucho en recomponerse, como si de repente se acordara de su verdadero propósito─. Pues uno de ellos no es tu padre, colega. Eres una semidiosa.
─¿Qué? ─“Sí, definitivamente este tío está loco”, pensó. Quizás la mejor idea era seguirle el rollo, no sería el primer borracho con el que se había cruzado yendo a clase.
─Una semidiosa ─Le repitió pronunciando la palabra más despacio, como si el problema fuera que no lo hubiera dicho bien─. Ya sabes, mitad mortal y mitad dios. Como Hércules, o Perseo, o…
─Sí, sí, sé a lo que te refieres. Lo dimos el otro día en clase de latín, pero…
─Ah, vale ─Interrumpió el hombre─ Mejor, así esto no será tan difícil. Yo soy tu sátiro, encantado. Con las explicaciones hechas, vámonos.
─¿Irnos? ─Tal vez seguirle el rollo no fue tan buena idea como creía─. Es que… no puedo. Tengo examen de historia a la siguiente hora.
─Sí, bueno… ─Dijo el muchacho, asintiendo─, pero da igual, tienes que venir conmigo. Cuanto antes lleguemos al campamento, mejor.
─¿Campamento? ¿De qué hablas? ─Miró en todas las direcciones, pensando en la mejor manera para salir de allí─. Oye, tengo que irme, en serio. Tengo mucha prisa.
─No, no. Tú te vienes conmigo. A ver si te cortan la cabeza o algo por el estilo, que luego el responsable soy yo. Soy tu protector. Además, ya llegamos tarde. Tuve algún que otro problema con unos monstruos, así que ya nos estamos yendo de aquí.
Lia le miró algo extrañada. Sacudió su cabeza, quitando esas preguntas tontas de su mente. Solo era un borracho que sabía de mitología, nada más.
─¿Cortarme la…? Vale, yo me voy. ─Se giró para irse, pero el hombre le retuvo agarrándola del brazo. Pensó en gritar, pero en esa calle pasaban muchos coches, por lo que no serviría de mucho.
─Oye, chiquilla. Ahí afuera hay miles de monstruos, y la mayoría te están buscando, por eso he venido. Ahora vámonos.
─¿Monstruos? ─La historia del borracho le parecían cada vez más dignas de película de Fox─ ¿A qué te refieres?
─¿Nunca has sentido que te perseguían? ¿Has tenido pesadillas a menudo? ¿Te han expulsado de muchas escuelas?
─Bueno, ahora que lo dices… Sí que he tenido alguna que otra pesadilla bastante extraña. Y también he visto sombras, pero no las tomé importancia…
─¿Ves? Cosas de semidioses, amiga mía. Las sombras que viste son monstruos y, como ya te he dicho, te están buscando.
─¿Y por qué me buscan? ¿Qué quieren de mí? No entiendo nada ─Lia estaba desesperada por obtener alguna respuesta lógica y el hombre no hacía más que mirarla fijamente sin pestañear- ¿Qué?
─Ah, nada. Es que me recuerdas mucho a la chica que recogí hace unos días para llevarla a campamento. Era tan ignorante…
─¿Era? ¿Qué le pasó?
─Ah, nada. La llevé al campamento. Muerta, pero la llevé. ─Explicó, sonriendo. Sus dientes tenían un brillo metálico, como si se hubiera comido una lata.
─Sí… bueno… Oye, ¿puedo ir más tarde? Tengo demasiada prisa. ─Se excusó, intentando sonar convincente. El hombre se quedó pensando.
─Supongo que podría volver a por ti en un par de horas si ese examen es tan importante para ti…
─¡Oh, sí! Es muy importante. ─En realidad, Lia ni siquiera había estudiado.
─Bien, no tardes, te esperaré aquí. Cuida por donde vas, cada sombra es un peligro- ─Dijo en tono amenazante.
─Vale, sí, vuelvo enseguida… ─Le aseguró Lia antes de salir corriendo.
El examen de historia fue complicado, pero le salió mejor de lo que esperaba. Por fin eran las 12:00h a.m., el descanso. Esperaba no cruzarse con la Sra. Carrow, no quería otra bronca; Además, ya tenía suficiente con el extraño que quería llevárselo.
Salió del Instituto para dar una vuelta antes de regresar a clase. Seguía pensando en lo ocurrido anteriormente, pero prefirió evadir ese pensamiento, o al menos lo intentó, ya que cuando miró hacia el horizonte, vio que el extraño se acercaba trotando de una manera extraña, más parecida a un caballo que a un humano.
─¡Eh, colega, hay unas furias por aquí que te están buscando! ¡Es hora de irse! ─Gritó el hombre desde la lejanía.
─Oh, no. ─Murmuró para sí misma.
Estaba a punto de irse cuando pensó: “¿Y si tiene razón y estoy en peligro?”. Imposible. ¿Semidiosa? Lo único especial en ella era su dislexia. Pero… ¿En serio se lo estaba planteando? ¡Era un loco que quería llevársela! ¡Raptarla a plena luz del día como si fuese una niña pequeña y él le estuviera ofreciendo un caramelo!
Ella no quería creerle, tenía la cabeza hecha un lío, pero tal vez los gigantes colmillos de aquella señora que se acercaban a su cuello la ayudaran a aclarar su mente.
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